Monstruos de Amstetten también en República Dominican, libertad y cautiverio

Recientemente el mundo quedó consternado ante el crimen, que muchos han optado por llamar "el caso del monstruo de Amstetten". Nos referimos al caso de Josef Fritzl, Autríaco de 73 años, quien a finales del mes de abril (2008) confesara haber mantenido encarcelada, por 25 años, en el sótano de su casa, a su hija Elisabeth Frtizl, y por si fuera poco, haberla utilizado como objeto sexual y haber tenido con ella siete hijos, de los que uno murió apenas nacer. Sin embargo, no es precisamente de este tema que quiero conversarles, sino de un hecho, que por su particularidad y recurrencia en nuestro país, guarda una leve similitud y considero que debe de ser tocado.

ADVERTENCIAS:

• El siguiente relato que van a conocer es verídidco y pretende ser un acercamiento a una realidad que viven muchas personas que necesitan, no sólo ser escuchadas, sino fuerza y apoyo para declarar y ser atendidas por la ley.


• Los nombres y puntos de referencias tanto espacial como temporal han sido alterados para proteger la identidad de la víctima.


• Esta publicación cuenta con la autorización de la persona implicada en el hecho, y como ella misma declarara "sólo pretende ser una forma de ayudar a otras personas y de evitar que la misma historia siga repitiendose en nuestro país".
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Hace unos días conversaba con Martha, una amiga de la universidad, con relación a un post que había publicado recientemente sobre "Filosofía y Soledad". Después de mucho conversar ella llegó a externarme que actualmente se sentía atrapada en una especie de abismo que no le permitía acercarse a los demás y que le motivaba, en consecuencia, a escapar de todo y de todos, con largos y prolongados momentos de soledad.

Les comento que Martha es una chica atractiva, con todos sus encantos femeninos, poseedora de una sonrisa y una mirada cautivadora. Actualmente tiene 19 años de edad y estudia administración de empresa. Ella es, en principio, reservada, casi tímida, pero de grandes sentimientos y buen corazón, que pueden ser descubiertos de manera inmediata al acercarse a ella.

En el transcurso de la conversación que habíamos iniciado, sobre la soledad, se me ocurrió preguntarle si no se le ocurría preguntarse por qué se sentía con esa necesidad de alejarse del mundo y de la gente y por qué disfrutaba tanto de sus momentos de soledad. A lo que, sorprendentemente, ella contestó que sí lo sabía y que para ella no era fácil de explicar. Me contó que a los 7 años de edad, un día que su madre avisó llegaría tarde del trabajo, su padre, de la peor forma que a tan tierna edad se puede recibir lo inesperado y lo incomprendido, abusó de ella sexualmente y le hizo descubrir algo que hasta el momento desconocía y que hasta estos días teme y busca todas las formas de esquivar.

Martha expresó también el temor que hoy en día siente de relacionarse afectivamente con los demás, especialmente con los hombres y del mal sabor que le produce escuchar a sus amigas hablar de algo tan natural como el sexo. Ella comentaba también la frutración que ha significado vivir con ese desgarre emocional que ha afectado todos los aspectos de su vida: personales, familiares, académicos, religiosos, en fin, todo.

Al principio de este post les comentaba el suceso del Monstruo de Amstette, y se preguntarán ¿qué tiene que ver esta historia con la de Martha? Pues más de lo que se imaginan. Como recordarán, el señor Fritzl mantuvo a su hija encarcelada en el sótano de su casa por 25 años. Ahora bien, qué sucede cuando la víctima no queda simplemente atrapada en paredes de concreto, sino que termina siendo cautiva de su propia mente y de su propio cuerpo. La triste historia de mi amiga Martha, lamentablemente no termina en un acontecimiento que ocurrió hace algunos años, sino que, aunque resulte para nosotros casi imposible de creer, ha continuado pues su padre sigue abusando de ella sistemáticamente desde aquella primera vez y hasta estos días.

Es muy probable que nos preguntemos, al menos así lo hice yo, cómo es posible que una joven con 19 años de edad, adulta y capaz de pensar por sí misma pueda permitir que este horrible acto siga ocurriéndole. Los estudios sicológicos al respecto nos dan una pista. En los casos de niños y niñas violadas, se ha demostrado que el incesto causa daños irreparables en todo el desarrollo físico, sicológico y emocional de la vida de la víctima. Este genera, inclusive, como mecanismo autodefensivo de la persona, el aislamiento emocional y físico provocando que esta se sienta acorralada y piense reiteradamente en el suicidio. Efectivamente, mi amiga Martha no ha escapado a ninguno de estos patrones.

Al momento de volver a dialogar con Martha y cuestionarla enérgicamente de cómo rayos ha permitido que esto siga ocurriendo, me contestó, con el rostro lleno de lágrimas, que "sentía miedo y que temía mucho que él pudiera hacerle daño". ¿Es posible que su padre, que sólo lo es genéticamente, porque alquien que le haga esto a su hijo no es padre de verdad, le pueda hacer más daño del que ya le ha hecho?

Consideré que no era prudente seguir hablando en ese momento con mi amiga, pues como ella misma me había expresado, "no sabía ni cómo me lo había dicho", y que "eso nunca se lo había comentado a nadie". Días después me acerqué nuevamente a ella y le hablé enérgicamente diciéndole que debía buscar pronto ayuda profesional, y que debía hablar con su madre, que aunque actualmente vive en el extranjero, tenía que enterarse de la situación por la que estaba pasando su hija.

Como sabrán, en el caso de Amstetten, la esposa de Fritzl ha alegado completo desconocimiento del caso, a lo cual la prensa internacional, y otros organismos han mostrado mucho escepticismo. Les comento, que en el caso de Martha la situación no es para menos. Me dijo que se comunicó con su madre y que con todo el esfuerzo que para ella significaba, le dijo lo que le había pasado, a lo que sorprendentemente su madre contestara cambiándole rápidamente el tema y diciéndole que no era el momento de hablar de eso. Cuando ella me dijo eso yo me quedé sin habla y no supe que decir ni que hacer y vi como si un mundo, el mundo de Martha, se me viniera encima.

Es evidente como una serie de complicidad, de silencios y de inhumanidad de la más cruel que pueda existir, hacen posible que este tipo de acontecimientos ocurran en nuestros días. Yo mismo estoy atado por la confidencia que mi amiga me ha confiado y que desde su generosidad ha permitido que hoy comparta con ustedes. Sin embargo, es también desde su misma libertad, libertad que hoy es su cautiverio, que ella ha decidido callar porque no desea hacerle ningún mal a su familia.

Somos conscientes de que existen cientos de casos de mujeres y niños, y hombres, que son maltratados y abusados física y sexualmente y que por situaciones coyunturales, son forzados a callar, o peor aún, a seguir sorportando tales situaciones.

Particularmente, les hago saber que no ha sido fácil para mí escribir sobre este tema a pesar de que Martha ha decidido callar porque ese es el precio de la libertad, libertad que yo también debo respetar, le agradezco, en nombre de aquéllos a los que esta historia pueda iluminar, su generosidad al querer compartirla desde el anonimato con nosotros.