1. Situar el diálogo dentro de las obras de Platón.
Esta obra la encontramos en el grupo de obras escritas en “Obras de la vejez, diálogos dialécticos”, escritos más o menos alrededor del 370-347 a. de C. Los diálogos de este período reflejan la evolución filosófica de Platón. Las ideas de estos, se atribuyen al propio Platón, aunque Sócrates sigue siendo el personaje principal en muchas de ellas. Platón intenta plasmar en esta obra su filosofía acerca de si es correcto o no someterse a las leyes de una manera absoluta. Critón o del deber nos acerca a la posible contradicción existente en cumplir con todo lo que mandan las leyes y la justicia, aún implique esto que nuestras convicciones y criterios se vayan al suelo, o peor aún, el mismo cumplimiento de la justicia y la ley, nos cueste la muerte.
2. Describe la situación en la cual Platón inserta sus reflexiones.
Sócrates condenado a muerte por el pueblo ateniense, se encuentra en la cárcel esperando que pase el tiempo para cumplir dicha condena en cuestión de uno o dos días, ya que cuando llegue de Delfos el buque que había partido un tiempo atrás hacia la isla santa la sentencia se llevaría a cabo. Esta nave se conducía desde Atenas una vez por año, en peregrinación a la isla santa. Entre su partida y su vuelta no debía cumplirse ninguna ejecución capital a fin de que la ciudad permaneciera pura.
En esta tensa espera, es que Critón, discípulo de Sócrates, pidiendo permiso al alcalde, llega muy temprano a la cárcel, con el propósito de convencer a Sócrates de que escape con su ayuda de la cárcel. A esta propuesta, Sócrates plantea toda una filosofía sobre si es justo o no, el que se cometa dicha acción, en otras palabras, sobre si se debe cumplir siempre o no, la justicia.
3. Resumir el problema central y la respuesta que da Platón.
“… someterse a las leyes es una obligación absoluta, es el deber”. Esta es la idea central de este diálogo. Donde los amigos de Sócrates, después de haber convencido al alcalde para que les permitieran enviar a uno de ellos a visitar a su maestro, fue enviado Critón, fiel discípulo, con la gran misión de convencer a Sócrates de que se fugara de la cárcel y de esta forma salvar la vida de Sócrates.
Todas las razones posibles da Critón para convencer a su amado maestro, entre ellas plantea una que me llama la atención: 44c “…témome que mucha gente que no nos conoce bien ni a ti ni a mi, crea que pudiendo salvarte a costa de mis bienes de fortuna, te he abandonado”. A lo que Sócrates muy sabiamente responde que no se debe hacer caso ni tanto aprecio a la opinión del pueblo, puesto que es totalmente cierto que entre las opiniones de los hombres, según Sócrates, las hay que son dignas de alta estimación pero hay otras que no merecen ninguna. De tal forma que no es preciso estimar todas las opiniones de los hombres, sino tan sólo algunas y siguiendo por la misma línea de esas “algunas”, sólo se deben estimar las buenas y desechar las malas, a sabiendas de que las opiniones buenas sólo vienen de los sabios.
No obstante a todo esto, filtrando de antemano la procedencia del enunciado, Sócrates se propone dar un segundo paso y llegar aún más profundo, analizar la propuesta de Critón en sí, pues, aludiendo a que: 48a) “…no debemos curarnos de lo que diga el pueblo, sino sólo de lo que dirá aquél que conoce lo justo y lo injusto, y este juez único es la verdad”. Sócrates se dispone a hacerle ver a Critón, lo que es justo e injusto y llegar al fondo de todo a través de una serie de preguntas y respuestas (mayéutica) que le hace a su discípulo, una de ellas es si sería justo o no, hacer caso a la propuesta que le está haciendo Critón, fugarse de la cárcel.
Sócrates usando su muy conocido método de preguntas y respuestas, llega primeramente a la conclusión de que vivir bien no es otra cosa que vivir como lo reclaman la verdad y la justicia. Pero, hasta qué punto esa justicia es permitida, si se puede dar el caso, (como es su caso) si esta atente contra la vida misma de un ciudadano que pronto será condenado por plantearle al pueblo ateniense, lo que él consideraba era justicia y verdad, su filosofía.
¿Sería lícito, hacer injusticia, a los mismos que hacen la injusticia? 49ª) “…es preciso (responde Sócrates) no hacer justicia ni volver el mal por el mal, cualquiera que haya sido lo que hayamos recibido”. Sócrates se auto pregunta también, para aclarar más la idea que está planteando ¿qué sucedería si la ley y la república se presentasen ante nosotros y vieran lo que “se está planeando”, fugarme de la cárcel? Pues probablemente, dice Sócrates, le preguntarían muy extrañados sobre el acto que pretenden hacer y se dirigirían muy especialmente a Sócrates diciendo: 50b) ¿Sócrates, la acción que preparas no tiende a trastornar en cuanto a ti depende, a nosotros y al estado entero? porque ¿qué estado puede subsistir si los fallos no tienen ninguna fuerza y son eludidos por los particulares? Sócrates le dice a Critón que tanto la justicia como La República, quedarían totalmente alarmados y decepcionados, si éste se atreviera a realizar una acción de ésta índole, que atenta contra los códigos establecidos. Sócrates hace entender a Critón que la sabiduría misma no está por encima de la patria que es digna de más respeto y más veneración delante de los hombres y de los dioses que cualquier otra cosa existente.
Es preciso respetar a la patria en su cólera y obedecer sus órdenes, sufrir sin murmurar todo lo que ella quiera que se sufra, aunque sea en contra de uno mismo. Además de todo, si el mismo Sócrates accediera a la petición de Critón, todo lo que él ha hablado ante los demás, amigos y conocidos, toda su filosofía, su doctrina y su pensar, serían palabras que se las llevaría el viento, pues él mismo no habría sido capaz de cumplirlas.
Después de plantear su pensar Sócrates termina preguntando a Critón si tiene algo que decir, agregar o refutar, a lo que Critón responde: 54d) “…Sócrates, nada tengo que decir”.
4. Se elige algún texto más significativo para explicarlo.
49 c) “…toda injusticia es vergonzosa y funesta al que la comete, digan lo que quieran los hombres, y sea bien o sea mal el que resulte”. Es preciso por consiguiente, no hacer jamás injusticia, ni volver el mal por el mal, cualquiera que haya sido el que hayamos recibido.
A lo largo de la historia del hombre, han sido miles las formas en la que el hombre, a conveniencia propia, ha justificado, razonado y tratado de explicar la explotación del hombre por el hombre, o más bien, la injusticia cometida del ser humano hacia el ser humano. Está totalmente claro, para nosotros que muchas veces nos hacemos llamar “cristianos”, que cualquier clase de injusticia, por pequeña o grande que sea, atenta contra los principios básicos que rigen nuestra ética, nuestra moral y nuestro código social. Pero lo que me llama la atención es que precisamente, no hay que ser cristiano para tener este tipo de planteamientos y claro está el caso de Platón, que obviamente no lo era. El punto es que muchas veces vivimos ajenos a nuestros propios cuestionamientos y a las leyes internas (algunos le llaman conciencia) que mas de una vez nos dicen qué deberíamos de hacer y qué no.
No hay forma de justificar la injusticia, y en esto difiero al planteamiento de Platón. Por el simple hecho de que toda una comunidad, sociedad y grupo cultural, llámele como quieran llamarle, establezca una serie de códigos aprobados y aceptados por todos, o si no por la mayoría, esto no implica que todo lo escrito en él “sea justo”, pues más de una vez en nuestro pequeño cuento llamado “historia de la humanidad”, civilizaciones completas, países, estados y ciudades, han creído tener la razón justificando su injusticia con aquello que ellos llaman o pretenden llamar justicia.
Aunque queramos ahondar mucho en el asunto o hacer más de mil códigos civiles, la respuesta a lo que es justo o no, está en la conciencia misma del ser llamado desde su origen a vivir en un mundo de igualdad y justicia, que a veces, lamentablemente ni creemos que exista.
lunes, 26 de noviembre de 2007
Platón, CRITÓN O DEL DEBER
Etiquetas:
Filosofia Antigua y Medieval
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