jueves, 5 de junio de 2008

Crítica a la filosofía occidental desde el pensamiento de Emmanuel Lévinas

“Ninguna época ha logrado tantos y tan dispares conocimientos sobre el hombre como la nuestra... Y, sin embargo, ninguna otra época como la nuestra ha sabido tan poco sobre el hombre. Pues jamás ha sido el hombre tan problemático como ahora”.
Martín Heidegger


Desde la separación filosófica cartesiana entre el sujeto como res cogitans y el mundo como res extensa, los avances que se veían venir a través de la ciencia y la técnica como “únicos” medios necesarios para entender y dominar al mundo, no se hicieron esperar. Al parecer ni ilustración ni revolución industrial, ni siglo de las luces y de la razón, ni positivismo histórico pudieron vislumbrar que esa dominación no se limitaría al mundo como tal sino que llegaría hasta las últimas e inimaginables consecuencias, el ser humano sometiéndose a sí mismo desde los avances científicos más grandes de todos los tiempos.


Algunos hechos mayores han puesto en crisis el cimiento de las antropologías que sustentan la civilización moderna: dos guerras mundiales, campos de concentración y de exterminio, ciudades enteras aniquiladas, dos bombas atómicas, guerra fría, atentados terroristas (nueva forma de hacer la guerra), fundamentalismo religioso, guerras motivadas, ya no por causas económicos sino culturales, y otros tantos acontecimientos. Un nuevo panorama en la convivencia de un mundo que cada vez se nos hace más pequeño para todos nos provoca con urgencia nuevamente la pregunta: ¿qué es el ser humano? ¿Para qué y por qué estamos aquí? Si es cierto que hemos pasado por un largo proceso de descubrimiento de nuestro ser y de nuestras posibilidades gracias a la sicología, la sociología, la antropología, el diálogo cultural, etc., también es cierto que nos encontramos ante un tiempo encantado por un hechizamiento, dominado por las ciencias de la lógica y la racionalidad, subordinado por la justificación última de los medios, que inocentes o malignos , nos provocan nuevamente las interrogantes últimas de nuestra existencia para un redescubrimiento de nuestra humanidad y de nuestro vivir como seres humanos.


El siglo XXI se ha abierto ante nuevos tiempos y junto con ello ante el olvido del otro y de los otros en contraposición del ego. Ego que significa la supremacía de una nación, cultura o grupo social ante otros. Ego que desde sus propias posibilidades vive centrado por su existencia, abandonando a su propia suerte al otro o en el peor de los casos, explotándolo económica y socialmente. Las nuevas formas de justificar explotaciones en el mundo capitalista y globalizado, las guerras acaecidas en nombre de la paz, inversiones en armamento militar mayores al PIB de muchos países tercer mundistas, riqueza extrema y pobreza extrema, en fin, una existencia humana egológica que justifica bajo cualquier forma el aumento del capital económico, son una prueba de esta supremacía del ego frente a la existencia del otro. Heidegger y Marcel, por ejemplo, han denunciado vehementemente el aumento masivo de las relaciones marcadas por la indiferencia, por la funcionalidad y el anonimato que acompañan como una sombra a la civilización industrializada y racionalizada .


¿Qué es el ser humano? ¿Para qué y por qué vivimos? ¿Cuál es el sentido de la existencia humana? La Antropología Filosófica nos hace estas preguntas y no se las saca de la manga sino que las encuentra ahí, en el día a día del hombre común, salpicantes y firmes en todos los tiempos y en todas las culturas desde distintas formas y perspectivas. La Antropología Filosófica ha caminado con el ser humano en el mismo momento en que nuestra razón y nuestra capacidad de adaptación nos motivaran a mirar el medio ambiente, ya no como una amenaza, sino como un lugar que podríamos dominar. Este preguntar y encontrar respuestas, muchas veces ambiguas e inacabadas, ha surgido en el paso del tiempo desde una concepción mítica o desde la mirada asechante de lo inexplicable en la naturaleza, desde el sufrimiento y la impotencia de una vida que no elegimos pero que estamos obligados a vivir o desde el silencio de los dioses de la antigüedad, desde el nacimiento de la filosofía en Grecia y desde fenómenos tan sobre cogedores para el ser humano como la muerte y el dolor, en fin, este preguntarse por la existencia ha estado presente desde todas las épocas y lugares.


Hoy más que nunca el papel de la antropología filosófica consiste en sumergirnos nuevamente en los problemas vitales de la existencia del ser humano, en ayudarnos a que nos admiremos nuevamente por lo trascendente que hay en la tarea de ser humano y que a veces no reconocemos. La antropología filosófica nos hace ver, parafraseando a Wittgenstein, que a pesar de que muchos interrogantes han sido resueltos nuestros problemas vitales no han sido rozados en lo más mínimo.


Ante la pregunta ¿qué es el ser humano? Y ¿cuál es su puesto en el cosmos? Traemos una propuesta y la deseamos desarrollar en nuestro trabajo: ser humano también es ser con los otros y para los demás. Tras el desencanto que ha sufrido en occidente la antropología tradicional una visión filosófica se contrapone al asecho despótico del. El filósofo lituano, nacionalizado francés, Emmanuel Lévinas (1905-1995) en su visión filosófica del ser humano, denuncia a la filosofía occidental de ser partícipe, en su origen y en su tradición de un pensamiento “totalitario” en perjuicio de la idea de “Infinito” preocupándose más, en última instancia por la “verdad” que por el “bien”. Para Lévinas una ética anterior a toda filosofía nos debe referir a los demás sustituyendo a la antropología subjetivista formulada por la modernidad y su misión debe radicar en reformular una nueva antropología que constituya la propia subjetividad desde el Otro y para los otros.


Nuestra propuesta antropológica, ser humano también es ser con los Otros, se cimentará en la propuesta filosófica de Emmanuel Lévinas y para ello nos dejaremos sumergir en una de sus principales obras, Totalidad e Infinito (1979). En ella Lévinas contesta al subjetivismo contemporáneo y a la antropología egológica que ha marcado fuertemente el pensamiento occidental proponiendo un reconocimiento del Otro, reconocimiento que descubriremos desde la epifanía del rostro para así abrirnos paso por un camino en el que podremos vislumbrar, desde otra perspectiva, el problema del hombre como diría Gevaert y su existencia en el cosmos como diría Scheler. Consideramos junto con Lévinas que “sólo cuando el ser humano alcanza la acogida del rostro, en una apertura entendida como vulnerabilidad y hospitalidad, es cuando este llega plenamente a una realización personal” y trascendental que le da sentido a su existencia.
Esta propuesta levinasiana que descubriremos desde la epifanía del rostro recobra una vital importancia ante los problemas inherentes de una sociedad multicultural y desigual como la nuestra. Esta también representa una alternativa para la sana convivencia de una sociedad con nuevas y mayores posibilidades a raíz de los adelantos científicos y tecnológicos.


El pensamiento de Lévinas adquiere también vital importancia, no sólo al contraponer su propuesta al camino totalizante que ha preponderado en la filosofía occidental, sino también, al significar una respuesta llena de valor y coraje al relativismo y al nihilismo de la posmodernidad misma, pues Lévinas, al constituir a la ética como filosofía primera representa una esperanza ante el nihilismo y una salida ante la ausencia de propuestas que caracteriza al pensamiento filosófico en el contexto de la posmodernidad en reacción contra el humanismo ilustrado.
Hemos visto que la antropología filosófica se pregunta ¿en qué consiste ser humano? En nuestro trabajo iremos vislumbrando que el sentido de lo humano reside precisamente en perturbar la mismisidad de éste y en sacudirlo éticamente. Este camino nos mostrará también que es posible acercarnos a una respuesta vital de la existencia desde una ética-metafísica instaurada en lo relacional antes de lo tematizado y mucho antes de cualquier tipo e intento de manipulación. Esta filosofía de la alteridad, radicada en un ser poseedor apriorístico de un imperativo que nos dicta “no matarás”, toca las fibras más íntimas de nuestra humanidad y por ello urge en nuestra contemporaneidad su estudio y su reflexión. Una realización plena del ser humano es posible desde la acogida del Otro que tiene el rostro de las figuras bíblicas de extranjero, viuda y samaritano. Como veremos en nuestro trabajo este Otro prescinde de ser conceptualizado porque es radicalmente lo auténticamente Otro.


Vamos a fundamentar desde uno de los temas de Totalidad e Infinito, la epifanía del rostro, para cimentar los rasgos antropológicos de nuestra propuesta antropológica. Somos conscientes que por la brevedad del escrito dejaremos sin tocar temas tan relevantes y trascendentes del pensamiento de Lévinas como la mujer, el eros, la obsesión, la ética y su relación con el estado, la illeidad, el profetismo, etc. Sin embargo consideramos que al tratar los pilares de la obra de Lévinas, la totalidad, el Infinito, el gozo y el deseo, el lenguaje, la metafísica, la epifanía del rostro, podremos cooperar con nuestros lectores en una mejor comprensión y acercamiento más profundo al pensamiento de nuestro filósofo lituano.


Antes de hacerles partícipe de la forma y la sistematización de este trabajo, quiero hacer hincapié en una palabra del título de nuestro monográfico. Me refiero a la preposición hacia, que como define el DRA (2001) “denota dirección del movimiento con respecto al punto de su término”. Nuestro ensayo no pretende dar una respuesta ipso facto de los rasgos antropológicos que deseamos fundamentar desde el pensamiento levinasiano. Mi observación quiere resaltar el hecho de que este intento de fundamentar algunos aspectos de la antropología filosófica, desde la epifanía del rostro, implicará un recorrido, un hacia y no una meta. Este recorrido en ciertos momentos encontrará acogida o discrepancia desde algunos autores contemporáneos y desde alguna de mis observaciones particulares.


Una vez señalada la anterior observación procedemos a explicar brevemente la estructura de nuestro recorrido.


Dividiremos nuestro trabajo en cuatro partes destinadas a significar un planteamiento que nos ayude a sustentar nuestra propuesta antropológica desde la epifanía del rostro. (1) En un primer momento nos aproximaremos a la vida del filósofo lituano y a su contexto político social, su cercanía a Husserl y Heidegger, la segunda guerra mundial, su cautiverio, su condición de judío occidental y sus fuentes literarias desde los autores rusos y franceses. Desde esta perspectiva buscamos las bases para testimoniar que la vida misma de Lévinas - su contexto y su historia - nos hablan de su filosofía, aún si no nos aproximáramos a ella directamente desde sus escritos. (Recordemos que Lévinas se negó rotundamente a escribir una autobiografía pues para él su vida era su filosofía). Haciendo este acercamiento a la vida de Lévinas descubrimos un rasgo fundamental y antropológico: ser humano también es ser extranjero, anfitrión y samaritano. Ser humano no es ser Abraham y renunciar a ser Ulises, como señalan algunos autores interpretando a Lévinas, ser humano, para nuestro filósofo, es ser Abraham y ser Ulises, ser extranjero y sin patria y a la vez anfitrión y con cadenas en la patria que nos ha visto nacer. Accederemos de esta forma a una de las propuestas de Lévinas que reconcilia a Atenas (tradición occidental) y Jerusalén (tradición hebrea) en un mismo pensamiento, ¿será esto posible? Lévinas al cimentar su pensamiento en dos perspectivas del pensamiento nos hablará de ello. (2) Intentaremos dar un vistazo a la crítica que Lévinas hace a occidente, que en nuestro trabajo, citando un ensayo de Geertz, tomado del libro El surgimiento de la antropología posmoderna, hemos denominado antropologías de la totalidad. Consideramos, y en discrepancia con Lévinas, que no toda la filosofía occidental y su tradición se ha caracterizado por una conceptualización totalitaria del Otro. En esta segunda parte nos tomamos la libertad de señalar lo que a nuestro punto de vista son las antropologías que critica Lévinas, porque si bien es cierto que la totalización es una postura recurrente de la filosofía occidental, no es menos cierto que no toda la filosofía occidental posee tales características. Daremos una pequeña mirada al ego cartesiano, punto referente del mundo cognoscible, y desde Descartes y hasta el idealismo kantiano, continuaremos con la idea de sujeto que es aplastada en el colectivismo filosófico hegeliano, marxista y nazista, de esta forma tendremos una mejor comprensión de esas antropologías de la totalidad. (3) En un tercer momento procederemos a explicar lo que consideramos parte vital de nuestro camino que implica un hacia: una inmersión en la filosofía del filósofo lituano desde una de sus principales obras Totalidad e Infinito (1979). En esta sección iniciaremos con la introducción de Lévinas a la versión castellana de Totalidad e Infinito, y escudriñaremos la cita del Quijote que nos descubre la modernidad. Continuaremos con el lenguaje, más tarde con el deseo y el gozo del yo que deviene en una ética-metafísica para concluir con la revelación del rostro que demanda justicia y hospitalidad y que nos permitirá, en última instancia, (4) exponer los rasgos de una antropología fundamentada en la filosofía levinasiana tomando en cuenta sus principales conceptos y su visión humana crítica de occidente.


Aparece en Hacia una antropología filosófica desde la epifanía del rostro en Emmanuel Lévinas

Bibliografía

[1] Martín Heidegger, (1993).
[2] Emmanuel Lévinas, (1977). p. 24
[3] Joseph Gevaert, (2003). p. 58
[4] Juan García, (2001). P. 57
[5] En Lévinas observamos una ambigüedad clara entre el otro humano y el Otro divino, pues el mismo hecho de que el Otro no esté en el orden del fenómeno permite que su referente sea tanto el hombre como Dios mismo. Lévinas mantendrá en todo momento tal ambigüedad – la referida al otro humano y al Otro divino para dar mayor importancia a la dignidad que posee el ser humano. Cf. Josep Mària, (1997). P. 35. En este trabajo, a partir de estas líneas siempre que nos refiramos al Otro en sentido levinasiano, lo escribiremos con mayúscula.
[6] Dolores Conesa, (2006). Pp. 223
[7] Deseo del sujeto confundido en necesidad que no le permite salir de sí mismo.
[8] Emmanuel Lévinas, (1991). P. 13
[9] Shwueder (1992) p. 78-115

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