lunes, 26 de noviembre de 2007

AMÉRICA LATINA ¿HACIA DÓNDE VA?

AMÉRICA LATINA ¿HACIA DÓNDE VA?
Nivel Sociopolítico

Como barco a la deriva, Latinoamérica extravía el norte, navegando sin saber muchas veces su destino.

El colapso constitucional que recientemente han vivido varios países de América Latina, catapultada por una crisis sin recientes paralelos, trazó una perspectiva sinuosa con caminos bifurcados: hacia un lado, la consolidación democrática, la disciplina y la austeridad, el respeto a la Constitución y a las leyes. Hacia el otro, el históricamente seguido por los gobiernos nacionales en la mayoría de los países latinoamericanos, la falta de institucionalidad, el servilismo, asistencialismo y clientelismo, la corrupción, el manejo irresponsable y alegre del gasto estatal. Un sendero espinoso, peligroso, que indefectiblemente conduce a la anarquía social y al autoritarismo, a la pérdida del estado de derecho.

¿Hacia dónde nos llevan los nuevos gobiernos Latinoamericanos? ¿Sucumbiremos o emergeremos fortalecidos de la crisis? Es la gran incógnita, la disyuntiva en este momento crucial que nos insta a poner un dique al desenfreno, a potencializar la inteligencia, imaginación y voluntad, tiempo y esfuerzo, a desplegar nuestras energías creadoras.

Las adversidades templan el espíritu y acrisolan la voluntad o devienen en una degradación moral que conduce al envilecimiento. Una nación puede claudicar ante una crisis o salir fortalecida si gana conciencia de su responsabilidad y de su destino, ingeniándose en la búsqueda de nuevas formas de subsistencia, despertando cualidades que en situaciones normales quizás no aflorarían. Podría lograr mayor cohesión social o desintegrarse por falta de una base moral y terminar en un inexorable descarrilamiento, inclinándose por conductas desviadas y quedar atrapada en la violencia, la corrupción y múltiples manifestaciones delincuenciales.

Podría hundirse más en la dependencia y la incapacidad o asimilar experiencias de la crisis y evitar recaer en errores pasados, aprovechar la coyuntura para optimizar el uso de sus recursos humanos y materiales en un esfuerzo impulsado por una poderosa voluntad colectiva.
América Latina debe ser y hacer. Forjar un nuevo orden institucional, político y económico, buscar otros caminos abiertos por manos de hombres y mujeres que quieran soluciones de raíz, no las más cómodas y rápidas trasplantadas de otras latitudes como condicionantes de préstamos.

¿Hacia dónde va América Latina? La respuesta que se dé a la crisis a nivel personal, familiar y de nación perfilará nuestro destino. Llegó la hora de emprenderlo por la senda correcta, de deponer el pesimismo paralizante y sacudirnos de la abulia que nos amodorra. La hora de reencauzarnos hacia una plena democracia, la redefinición y renovación de los añejos moldes del Estado y la formación de auténticos ciudadanos, de comenzar a construir el futuro, edificar una nueva sociedad, el continente latino que deseamos.

¿CUÁL ES LA AMÉRICA LATINA QUE QUEREMOS?

Es una respuesta que debe hacer la sociedad, sociólogos, antropólogos, economistas, sicólogos, educadores, religiosos, historiadores y claro está, la gente pobre que es quien realmente sufre y vive la crisis por la cual atraviesa el continente latinoamericano.

Tras una radiografía de la crisis, sus causas y efectos, se deben jerarquizar las prioridades, enfatizando en la educación y el fortalecimiento institucional, en cuya precariedad detectan el germen del caos en que nos sumergimos.

Prioridades Latinoamericanas
· Consolidar la constitucionalidad
· Recobrar la estabilidad macroeconómica y el crecimiento
· Combatir el desempleo y la pobreza
· Detener la degradación ambiental
· Frenar la corrupción, la cultura de ilegalidad y la impunidad
· Aumentar la cobertura y calidad en salud y educación
· Emprender una lucha sistemática contra la delincuencia, atacando sus raíces
· Normalizar la migración
· Rescatar los sectores productivos, elevar la productividad y la competitividad en la agropecuaria y la industria, para poder competir internacionalmente con países como EE.UU. y la Unión Europea.

LAS ENCUESTAS HABLAN
(Para saber hacia dónde vamos debemos saber dónde estamos, y para ello las encuestas nos ayudan).
La perversión del quehacer político, las frustraciones por falta de oportunidades y altos niveles de desigualdad, pobreza y exclusión se traducen en una pérdida de la confianza en el régimen democrático, en un malestar, no con la democracia, pero sí en la democracia, como evidencian diferentes encuestas.
Indicadores de la encuesta “Estado de la democracia en América Latina”, de la OEA, año 2004.
· Un 76% de los entrevistados opina que en los partidos no hay transparencia en el manejo de sus recursos, y nueve de cada diez cree que en éstos hay mucha corrupción.
· El 72% opina que reclamar sus derechos no sirve para nada.
· Sólo un 11% tiene confianza en los partidos, 17% en la Presidencia y 66% en la Iglesia Católica.
· El 53% estima que la característica más relevante de la democracia es la protección estatal de los más débiles.
· Los ciudadanos entrevistados identifican la justicia distributiva como el rasgo más importante del régimen democrático. 40% de los encuestados piensa que alcanzar un justo salario es prioritario en la vida democrática.
· Dos terceras partes de los encuestados estima que no importa si el gobierno es democrático en el ejercicio del poder, lo principal es que resuelva los problemas económicos del país.
· Un 53% señala que para lograr el éxito en la política hay que estar en el partido que detenta el poder.
· Nueve de cada 10 consultados asegura que los partidos son necesarios para el funcionamiento de la democracia. Igual proporción apunta que cuando llegan al poder se olvidan de sus promesas.

¿HACIA DÓNDE VAMOS?

Las manecillas del reloj del desarrollo marcan la hora de emprender el tránsito hacia una auténtica democracia, de darle continuidad a los Estados Americanos, con una visión de futuro, aplicar los correctivos pertinentes para enfrentar la conjunción de crisis, económica, ética, moral e institucional. Evitar que a la vuelta de unos años se repita la historia, la pesadilla de autoritarismo e irrespeto legal como ha pasado ya muchas veces.

Un poco más y será tarde. Es tiempo ya de iniciar la marcha hacia una renovación de los arcaicos modelos del Estado, de rediseñar toda la estructura estatal, modernizar la administración pública, barriendo con la hipertrofiada e improductiva burocracia. Aplicar la postergada ley de la carrera administrativa, aprobada hace más de un decenio, haciendo competitivo al sector estatal frente al privado.

América Latina necesita un remozamiento urgente de sus instituciones, más disciplina social, austeridad, educación ciudadana y participación en la gestión pública. Descentralización del poder del estado para integrar y aprovechar las potencialidades de cada región, que cada una sea responsable de sus dinamismos, de sus proyectos, de la aplicación de las políticas requeridas para conectarse en el mundo global, porque cada región tiene un potencial humano, cultural, de recursos naturales. Eso es fundamental en cuanto a institucionalidad, además, la independencia del sector judicial, la no intromisión de la política en los asuntos judiciales, más justicia social, menos complacencia y menos corrupción.

Llegó la hora de la acción. El momento de rescatar los mejores valores de los pueblos latinoamericanos, los del hombre y la mujer atados al trabajo, la familia, a la palabra empeñada y a través de una plataforma conformada por sus más capacitados y probos ciudadanos, formular y ejecutar, con la participación de todos, un plan nacional de desarrollo en cada país, a veinte o treinta años, conscientes de qué queremos ser, con quién nos debemos aliar.

UN POCO DE SINGAPUR, OTRO TANTO DE LONDRES

Llegó la hora de de la acción. De eso está convencido el neurólogo José Silié Ruíz, quien sueña con un país que combine un poquito de Singapur, Londres y Francia, que construyamos con la mística de trabajo de los orientales, la educación de los ingleses, el buen gusto y arte de los franceses. Imitar, no a los ejecutivos de la política de Estados Unidos, sino a los ciudadanos norteamericanos que creen en la democracia, cuestionan a sus gobernantes, conocen sus derechos y los exigen.

Si pudiéramos tener ese híbrido, seríamos felices. Y se puede, no es soñar, no es que pretendamos tener el poder de esas potencias, sino que dentro de la realidad nacional, veamos cómo implantar eso y enseñar al dominicano a trabajar. Asumamos la responsabilidad política y social para que las cosas tomen otro rumbo, no podemos sentarnos en la peña de la esquina a llorar y ver pasar el entierro, todos tenemos que aportar soluciones. Somos un país pobre que ha querido vivir como rico, ese desajuste de la realidad, esa mentira que hemos vivido la estamos pagando, la están pagando los argentinos, los centroamericanos y también República Dominicana que como país pobre tampoco escapa a esa realidad.

Mientras permanecen intocables las raíces de graves problemas políticos, económicos, sociales y culturales. Hasta el momento sólo se atacan, y no debidamente, algunos síntomas. Las causas no se tocan o se reincide en ellas, de modo que aún cuando haya un respiro, una tregua, el mal retoñará, volverán los déficit fiscales, los cíclicos ajustes y desajustes económicos, la devaluación e inflación, seguirá el incremento de la pobreza y de la delincuencia, que ya tienen dimensiones alarmantes.











OPINIÓN PERSONAL
Hacia dónde va América Latina

Como estudiante universitario y joven en un proceso de formación religiosa, en los ideales Franciscanos, soy obligatoriamente optimista, tengo fe en el ser humano y en la capacidad de la sociedad de generar respuestas, pues antes las ha habido, y ahora por qué no. América Latina tiene reservas morales, tiene respuestas, las condiciones deben darse para que esas grandes fuerzas contenidas en la gente se encaminen hacia una misma dirección, que es un proyecto para una mejor nación más democrática, más participativa y más solidaria.

Es preciso una nueva concepción, un redimensionamiento del Estado en los pueblos latinoamericanos, fortalecer el rol que juegan los gobiernos como reguladores y fiscalizadores, evitando la intromisión de otras organizaciones en él. Se necesita neutralizar la corrupción y motorizar a la empresa privada. Fomentar inversiones en áreas donde el empresario las recupere, gane dinero, pero que se identifique con el desarrollo del país, y se frene la fuga de capitales, la más grande hemorragia junto a la fuga de recursos humanos.

América Latina puede, y por consiguiente, República Dominicana también. Depende de cada uno de nosotros que el país salga delante, aportando nosotros un granito de arena, esmerándonos en asimilar bien todo nuestro aprendizaje para luego esparcirlo por nuestra comunidad, nuestro barrio, nuestro país y nuestro continente latinamericano.



· Jorge Cela, ¿América Latina hacia dónde vas?
· Agüero, Arturo. América y Costa Rica. San José: Editorial Lehmann, 1962.
· Alonso, Amado. Latinoamérica, un futuro incierto.. Temas hispanoamericanos. Madrid: Editorial Gredos, 1953.
· Barnach-Calvo, Ernesto. América Latina y Estados Unidos. México: Infi, 1980.
· Corvalán, Craziella. Bibliografía sobre el bilingüismo en América. Asunción: Centro de Documentación, 1986.
· Geoffoy y Rivas, Pedro. Influencia extranjera en los pueblos de habla hispana.. San Salvador: Publicaciones del Ministerio de Educación, 2004.
· Periódico Hoy, Edición del 21 de Enero de 2005, Sección “Vida”.

0 comentarios: