miércoles, 21 de noviembre de 2007

ÉTICA KANTIANA


Crítica personal a la “ÉTICA KANTIANA”

Cave destacar el hecho de que toda la obra de Inmanuel Kant, o casi toda, desde lo que tengo entendido, gira en torno al tema de la “libertad” y cómo probar dicha libertad, es por eso que me inclinaré a dar mi opinión sobre la ética Kantiana, hablando desde el tema de la libertad. En “crítica de la razón pura”, Kant nos deja ver muy claramente que el hecho de que la razón no pueda contestar ni plantearse los “ideales” que trascienden su alcance, no significa por ello que tales “ideas” no existan. Es decir, que no podamos explicar en el mundo fenoménico, la libertad, Dios y el alma, no implica una negación probada por el hecho de tal imposibilidad. Me llama la atención poderosamente, el volumen (número de páginas) que dedica Kant a explicar el alcance de la razón y los límites de la misma, en comparación al volumen de “crítica a la razón práctica”. Al parecer CRP no es más que una “pequeña” introducción al sistema que en el mundo nouménico, Kant quiere explicar en su obra, CRP.
Kant es un arduo defensor de la “libertad” del ser humano, pues ésta es la única que puede demostrar la dignidad que poseemos a diferencia de los demás seres, resistiéndonos, a través de dicha libertad, a las leyes de causalidad que rigen y dominan la naturaleza.
Está claro que sin dicha libertad, no existiría la moral que propone Kant. Moral en la que el sujeto autónomo es capaz de darse a sí mismo sus propias leyes y es capaz al mismo tiempo de cumplirlas, pues dichas leyes tienen su origen en la naturaleza de su propia razón.
Como cristiano y como religioso que soy, siento, después de acercarme un poco a la filosofía de Inmanuel Kant, que ciertamente, Dios habita en cada ser humano, lo sepa éste o no, a través del razonamiento que cada mente es capaz de realizar, esto, si llegáramos a comprender, que el deber por el deber, si actuamos desde la razón, es la norma y guía de los seres humanos. Tal vez si un día nos creyéramos lo que dice Kant, un mundo fragmentado por las religiones se acabaría, acabándose también las normas impuestas por una iglesia, que suele darse el derecho de tener la última palabra en temas sociales y morales.
Cuando descubramos nuestra auténtica libertad, que reside en el “actuar por deber”, es probable que muchas cosas mejoren en nuestro mundo. Por tal motivo estoy muy a favor de la moral Kantiana, y me gustaría luego estudiarla más a fondo.

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