CRÍTICAS A LAS PRUEBAS
DE LA EXISTENCIA DE DIOS
Introducción
A lo largo de la historia de la filosofía, en referencia a los temas de la metafísica tradicional, la cuestión del ser originario, Dios, ocupa la primacía. Aunque el tema “Dios” no es propio de la filosofía sino de la religión, los pensadores más brillantes, desde Platón y Aristóteles, han tratado de esclarecer la esencia de Dios con los medios de la razón natural. El pensamiento de Kant supone un giro decisivo en el proceso histórico de la explicación filosófica de Dios.
¿En qué radica tal revolución explicativa?
El cambio esencial de la teología filosófica de Kant consiste en que no es la razón teórica, sino la razón práctica, la razón moral, donde se deben plantear los temas referentes a un ser absoluto y necesario. Dios, nos dirá Kant, “es el ideal racional del conocimiento objetivo, más no es una idea conocida objetivamente”.
La nueva orientación teológica de Kant posee cuatro características:
1. Rechaza toda teología natural y sus intenciones de conocer objetivamente a Dios
2. El puesto de Dios como idea trascendente es ocupado por el ideal trascendental
3. Su crítica prepara el terreno a una teología moral que fundamentará la ética
4. Kant propone una interpretación de ciertos enunciados de la revelación judeocristiana a la luz de su creencia moral en Dios
Las tesis argumentativas para probar la existencia de Dios parten de dos caminos, uno a priori y otros a posteriori:
1. A posteriori: Parten de la experiencia determinada y de la condición del mundo sensible elevándose conforme a las leyes de la causalidad hasta la causa suprema (prueba cosmológica y físico-teológica).
2. A priori: prescinden de toda experiencia e infieren completamente a priori la existencia de una causa suprema (prueba ontológica).
Kant intentará demostrar que la razón no llega a ninguna respuesta satisfactoria ni por el camino empírico, ni por el trascendental. Comenzará explicando la demostración trascendental y examinará después qué papel puede desempeñar la adición de lo empírico con vistas a aumentar la fuerza demostrativa.
CRÍTICA A LA PRUEBA ONTOLÓGICA
Esta prueba plantea la demostración de la existencia de Dios mediante conceptos puros, al margen de toda experiencia, la cual tiene su origen en el Proslogion de san Anselmo. Este argumento deja de lado toda reflexión empírica y concluye el mero concepto de Dios a su existencia. Kant intenta mostrar con toda precisión, dónde radica el fallo del argumento ontológico: no en la idea de Dios, sino en la suposición de que la existencia es una perfección, por tanto, una cualidad positiva y deseable. La afirmación de la existencia no aporta nada al contenido real de Dios. Dios no posee, junto a atributos como la omnipotencia o la omnisciencia, el atributo de la existencia.
El argumento ontológico se sitúa en el terreno del pensamiento puro y fuera del ámbito de las percepciones y las experiencias. Como no hay otro camino que la experiencia para conocer la existencia de realidades objetivas, no se puede probar y tampoco negar, la existencia de Dios mediante razones puramente especulativas.
La prueba ontológica, según Kant, se basa en una confusión conceptual, se toma la existencia por una cualidad. Este argumento no sólo supone una falacia, sino también una apariencia dialéctica: la confusión de una idea trascendental con una idea trascedente. Sólo la percepción y la experiencia garantizan la existencia de realidades objetivas.
CRÍTICA A LA PRUEBA COSMOLÓGICA
La segunda demostración de la existencia de Dios, el argumento cosmológico, deduce la existencia de Dios a partir de la observación de que los seres del mundo son contingentes; y como lo contingente no podría existir por sí mismo (y, sin embargo, existe) no queda más remedio que postular la existencia de un ser necesario, es decir, de un ser no-contingente que es causa de todos lo seres contingentes. Se intenta plantear, que “algo existe”, pero lo cuestionable es, según Kant, el otro supuesto, según el cual, si algo existe, ¿implica que debe existir un ser necesario como su causa?
El primer paso en la demostración cosmológica plantea que la sucesión de causas contingentes debe terminar en una causa necesaria. Kant ve en esta demostración “toda un serie de pretensiones dialécticas ilegítimas” (B 637). Hay que observar, subraya Kant, que el principio trascendental que permite concluir de lo contingente una causa “sólo tiene sentido en el mundo sensible, y fuera de él no tiene ninguno”. También el intento de aplicar categorías de necesidad a objetos que rebasan toda experiencia, inducen a la razón a una extraña ambigüedad: “no se puede evitar ese pensamiento, pero tampoco se puede admitir”.
La objeción más importante contra la demostración cosmológica, es, según Kant, que tales demostraciones intentan realizar una demostración de Dios cuando concluyen desde el concepto del ser necesario el concepto de ser realísimo y en este punto no cabe ya la experiencia. Los dos conceptos de ser necesario y ser realísimo, son de igual comprensión, e invirtiendo (el ser realísimo es absolutamente necesario) se obtiene exactamente el argumento ontológico. Así la demostración cosmológica cae bajo la misma crítica que la demostración ontológica.
CRÍTICA A LA PRUEBA FÍSICO-TEOLÓGICA
Esta prueba intenta, a partir de la experiencia misma, probar la existencia de Dios.
Consta de tres pasos:
1. El orden y la finalidad de la naturaleza sugieren el concepto de un autor del orden
2. El orden y la finalidad observados empíricamente en la naturaleza, sugieren una plenitud a la que corresponde un autor absolutamente necesario
3. Del autor absolutamente necesario se concluye su existencia.
Aunque Kant muestra sus mayores simpatías por esta prueba, formula también sus objeciones. Se comparan los hechos de la naturaleza, con los productos del arte humano. Y se supone que las cosas naturales son obras de un ser dotado de entendimiento y voluntad. Esta analogía lleva a la hipótesis de un arquitecto cósmico que maneja unos materiales de los que él no es responsable y que están sujetos a leyes que él no ha establecido. Aunque el orden y la armonía causen asombros, la suposición de un creador en este ámbito, no es legítima, pues toda experiencia se sitúa dentro de lo finito y lo condicionado, por lo cual esta prueba falla radicalmente. La demostración o bien descansa en premisas empíricas, fallando entonces el término Dios, o bien intenta compensar la insuficiencia empírica con razones no empíricas.
Conclusión
Kant hace ver que las tres demostraciones de Dios son inaceptables. No infiere de ello que Dios no exista. La preposición negativa es tan imposible de demostrar, según Kant, como la afirmación positiva. La tesis de Kant no afirma que Dios no existe, sino que Dios escapa a cualquier tipo de objetivación. Dios es el “totalmente otro” frente a todo lenguaje objetivamente; en pocas palabras, nada puede decirse sobre Dios en el plano teórico. El único conocimiento de Dios posible para la razón pura independiente de toda revelación, se basa en las leyes morales (B664). Kant es fiel a su idealismo trascendental: limita el conocimiento a la experiencia posible y deja un lugar para la fe filosófica en Dios.
Introducción
A lo largo de la historia de la filosofía, en referencia a los temas de la metafísica tradicional, la cuestión del ser originario, Dios, ocupa la primacía. Aunque el tema “Dios” no es propio de la filosofía sino de la religión, los pensadores más brillantes, desde Platón y Aristóteles, han tratado de esclarecer la esencia de Dios con los medios de la razón natural. El pensamiento de Kant supone un giro decisivo en el proceso histórico de la explicación filosófica de Dios.
¿En qué radica tal revolución explicativa?
El cambio esencial de la teología filosófica de Kant consiste en que no es la razón teórica, sino la razón práctica, la razón moral, donde se deben plantear los temas referentes a un ser absoluto y necesario. Dios, nos dirá Kant, “es el ideal racional del conocimiento objetivo, más no es una idea conocida objetivamente”.
La nueva orientación teológica de Kant posee cuatro características:
1. Rechaza toda teología natural y sus intenciones de conocer objetivamente a Dios
2. El puesto de Dios como idea trascendente es ocupado por el ideal trascendental
3. Su crítica prepara el terreno a una teología moral que fundamentará la ética
4. Kant propone una interpretación de ciertos enunciados de la revelación judeocristiana a la luz de su creencia moral en Dios
Las tesis argumentativas para probar la existencia de Dios parten de dos caminos, uno a priori y otros a posteriori:
1. A posteriori: Parten de la experiencia determinada y de la condición del mundo sensible elevándose conforme a las leyes de la causalidad hasta la causa suprema (prueba cosmológica y físico-teológica).
2. A priori: prescinden de toda experiencia e infieren completamente a priori la existencia de una causa suprema (prueba ontológica).
Kant intentará demostrar que la razón no llega a ninguna respuesta satisfactoria ni por el camino empírico, ni por el trascendental. Comenzará explicando la demostración trascendental y examinará después qué papel puede desempeñar la adición de lo empírico con vistas a aumentar la fuerza demostrativa.
CRÍTICA A LA PRUEBA ONTOLÓGICA
Esta prueba plantea la demostración de la existencia de Dios mediante conceptos puros, al margen de toda experiencia, la cual tiene su origen en el Proslogion de san Anselmo. Este argumento deja de lado toda reflexión empírica y concluye el mero concepto de Dios a su existencia. Kant intenta mostrar con toda precisión, dónde radica el fallo del argumento ontológico: no en la idea de Dios, sino en la suposición de que la existencia es una perfección, por tanto, una cualidad positiva y deseable. La afirmación de la existencia no aporta nada al contenido real de Dios. Dios no posee, junto a atributos como la omnipotencia o la omnisciencia, el atributo de la existencia.
El argumento ontológico se sitúa en el terreno del pensamiento puro y fuera del ámbito de las percepciones y las experiencias. Como no hay otro camino que la experiencia para conocer la existencia de realidades objetivas, no se puede probar y tampoco negar, la existencia de Dios mediante razones puramente especulativas.
La prueba ontológica, según Kant, se basa en una confusión conceptual, se toma la existencia por una cualidad. Este argumento no sólo supone una falacia, sino también una apariencia dialéctica: la confusión de una idea trascendental con una idea trascedente. Sólo la percepción y la experiencia garantizan la existencia de realidades objetivas.
CRÍTICA A LA PRUEBA COSMOLÓGICA
La segunda demostración de la existencia de Dios, el argumento cosmológico, deduce la existencia de Dios a partir de la observación de que los seres del mundo son contingentes; y como lo contingente no podría existir por sí mismo (y, sin embargo, existe) no queda más remedio que postular la existencia de un ser necesario, es decir, de un ser no-contingente que es causa de todos lo seres contingentes. Se intenta plantear, que “algo existe”, pero lo cuestionable es, según Kant, el otro supuesto, según el cual, si algo existe, ¿implica que debe existir un ser necesario como su causa?
El primer paso en la demostración cosmológica plantea que la sucesión de causas contingentes debe terminar en una causa necesaria. Kant ve en esta demostración “toda un serie de pretensiones dialécticas ilegítimas” (B 637). Hay que observar, subraya Kant, que el principio trascendental que permite concluir de lo contingente una causa “sólo tiene sentido en el mundo sensible, y fuera de él no tiene ninguno”. También el intento de aplicar categorías de necesidad a objetos que rebasan toda experiencia, inducen a la razón a una extraña ambigüedad: “no se puede evitar ese pensamiento, pero tampoco se puede admitir”.
La objeción más importante contra la demostración cosmológica, es, según Kant, que tales demostraciones intentan realizar una demostración de Dios cuando concluyen desde el concepto del ser necesario el concepto de ser realísimo y en este punto no cabe ya la experiencia. Los dos conceptos de ser necesario y ser realísimo, son de igual comprensión, e invirtiendo (el ser realísimo es absolutamente necesario) se obtiene exactamente el argumento ontológico. Así la demostración cosmológica cae bajo la misma crítica que la demostración ontológica.
CRÍTICA A LA PRUEBA FÍSICO-TEOLÓGICA
Esta prueba intenta, a partir de la experiencia misma, probar la existencia de Dios.
Consta de tres pasos:
1. El orden y la finalidad de la naturaleza sugieren el concepto de un autor del orden
2. El orden y la finalidad observados empíricamente en la naturaleza, sugieren una plenitud a la que corresponde un autor absolutamente necesario
3. Del autor absolutamente necesario se concluye su existencia.
Aunque Kant muestra sus mayores simpatías por esta prueba, formula también sus objeciones. Se comparan los hechos de la naturaleza, con los productos del arte humano. Y se supone que las cosas naturales son obras de un ser dotado de entendimiento y voluntad. Esta analogía lleva a la hipótesis de un arquitecto cósmico que maneja unos materiales de los que él no es responsable y que están sujetos a leyes que él no ha establecido. Aunque el orden y la armonía causen asombros, la suposición de un creador en este ámbito, no es legítima, pues toda experiencia se sitúa dentro de lo finito y lo condicionado, por lo cual esta prueba falla radicalmente. La demostración o bien descansa en premisas empíricas, fallando entonces el término Dios, o bien intenta compensar la insuficiencia empírica con razones no empíricas.
Conclusión
Kant hace ver que las tres demostraciones de Dios son inaceptables. No infiere de ello que Dios no exista. La preposición negativa es tan imposible de demostrar, según Kant, como la afirmación positiva. La tesis de Kant no afirma que Dios no existe, sino que Dios escapa a cualquier tipo de objetivación. Dios es el “totalmente otro” frente a todo lenguaje objetivamente; en pocas palabras, nada puede decirse sobre Dios en el plano teórico. El único conocimiento de Dios posible para la razón pura independiente de toda revelación, se basa en las leyes morales (B664). Kant es fiel a su idealismo trascendental: limita el conocimiento a la experiencia posible y deja un lugar para la fe filosófica en Dios.
2 comentarios:
Gracias... me aclaró muchas cosas
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