lunes, 26 de noviembre de 2007

FILOSOFÍA COMO SABER CRÍTICO

FILOSOFÍA COMO SABER CRÍTICO

A lo largo de los años se ha demostrado a través de la historia y de los acontecimientos del día a día, que el ser humano, lejos de ser una especie conformista, que simplemente asume ideas, criterios y pensamientos que ya otros han formulado, es un ser que se cuestiona y cuestiona todo cuanto le rodea.

Es de tal modo que el filósofo vive buscando respuestas, a todo aquello que le rodea o le afecta a la sociedad o así mismo, y no se conforma con la respuestas ya planteadas, sino que plantea preguntas que cuestionan en cierta forma, el sistema y todo lo convencional establecido hasta el momento. Pero, ¿Por qué no solo conformarse con lo ya señalado, con lo que ya está claro y con lo que ya se ha descubierto? Es tal vez obvio, pues al parecer es una conducta propia del ser humano, esa especie de inconformidad que lo hace estar inquieto consigo mismo y con su alrededor. Pero, cuál es la diferencia entre aquél que meramente se auto plantea sus interrogantes, y aquél que olvidándose de todo (el filósofo) se hace el mismo cuestionamiento para encontrar una respuesta tal vez más certera.

Me parece que la diferencia radica en que el filósofo no simplemente responde a un instinto propio o innato del ser humano, sino que va más allá, trasciende a sus propios cuestionamientos, a sus propias preguntas y al esquema que se tenga o que tenga él mismo sobre lo establecido, lo común o lo normal. Aunque es evidente que muchos de los análisis que se realizan en la filosofía o que se realiza el filósofo, mantienen una cierta conexión con la sociedad y la época en la que esos análisis se han realizado. También es aún mucho más claro el hecho de que muchos de los problemas filosóficos poseen un carácter general que sobrepasa el marco histórico y social en el que han surgido. Esto es lo que explica, para mí, en cierto modo, la diferencia radical entre el filósofo y el individuo común. El primero cuestiona todo y se conforma con una respuesta, mientras que el segundo (el filósofo) cuestiona, responde y “critica” todo cuanto descubre.

El filósofo llega a mirarlo todo con ojo más crítico, concienzudo y objetivo, planteando y replanteando problemas aún más relevantes que los de la ciencia misma, como es la pregunta por el ser, el sentido del cambio, el concepto de sujeto, la estructura de la trascendencia o el alcance del conocimiento. Yéndose siempre aún más lejos, adquiriendo conocimientos, estudios y experiencias, no para ahogarse en ellas misma, sino para replantearlo todo, reestructurarlo todo y criticarlo todo.

Me parece bastante claro, que a diferencia de los tantos saberes científicos existentes, la filosofía no sólo se preocupe por “descubrir” o descubrirse así misma, sino que después de estar consciente de lo que sabe y de lo que le falta por saber, se autocritica a ella misma, sus creencias, sus orígenes y las consecuencias de sus descubrimientos, criticando en consecuencia, todo cuanto le rodea o se le asoma. Es por tal razón, que podríamos decir, que la filosofía, no es una pila de conocimientos adquiridos, sino todo lo contrario, una gama de saberes discernidos destinados a criticar todo cuanto atañe al ser humano, y a ella misma.


LIMITACIONES DE LOS MODELOS CIENTÍFICOS

Es muy común en nuestro tiempo el creer o considerar, ya que estamos en un mundo altamente tecnificado, donde obviamente, la razón y la ciencia han prevalecido a cualquier otro juicio a considerar, que es la ciencia y todo lo demostrable, quienes rigen, administran y delimitan nuestro mundo, diciéndonos a todos y cada uno que es lo real y que no lo es, o dicho de otra forma, que es falso y que es verdadero.

Es prudente entender que la imagen del mundo que nos da la ciencia ni es única para todo lo real y mucho menos, definitiva. Esto quiere decir en pocas palabras que no existe una visión única de la realidad ya que la ciencia en sí lo que busca es dar respuesta parciales a tantas teorías tratan en diferentes aspectos la realidad.

Creo que lo más importante a la hora de preguntarnos qué es real y qué no lo es, no es la respuesta en sí, sino, quien da esa respuesta y por qué la da. Me parece que deberíamos de cuestionarnos y descubrir si realmente todo lo que creemos real, es verdaderamente cierto para nosotros mismos, o si es simplemente una respuesta que hemos recibido a través del tiempo y del espacio, donde hemos permitido que sean otros quienes delimiten nuestra concepción de lo real, y no uno mismo.

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