miércoles, 21 de noviembre de 2007

La tentación de existir, Cioran

Luis Manuel Durán Cornelio

La tentación de existir
Cioran, E.


En estos fragmentos de “La tentación de existir”, Cioran intenta presentar con su estilo crítico, pesimista y burlesco, el desencanto y sin sazón de la existencia humana. Nos habla del ser humano, que acostumbrado y cansado de todo, no se deja ya, sorprender del misterio, pues simplemente vive en él, y harto de la “trascendencia”, “descansa sobre su implacable falta de curiosidad”. Cioran nos habla de un ser humano desencantado de su existencia, insatisfecho e ignorante de las preguntas que antes la religión y la metafísica hacían sobre la existencia. El desencanto y desasosiego de Cioran es tal, que su despecho alcanza hasta el mismo cuerpo que le permite vivir: “en qué grasa, en qué pestilencia ha venido a alojarse el espíritu”. Pero no es consecuente, ni siquiera con el espíritu: “el espíritu no podría salvar esta vieja carne, cuya corrupción prospera ante nuestros ojos”.
Podemos subrayar también, la crítica de Ciorán hacia toda ideología, religión y filosofía “inventadas por el hombre para justificar su existencia y sus actos”. “Para algunos”, plantea Ciorán, y es la última cita que hago, “la felicidad es una sensación tan insólita que, en cuanto la experimentan, se alarman y se interrogan sobre su nuevo estado; no hay nada semejante en su pasado, es la primera vez que salen de la seguridad de lo peor”.

Como diríamos en buen dominicano, ¿de qué nos agarramos cuando leemos a Ciorán? Su pensamiento carece de toda ideología, o al menos así quiere que le entendamos. No está de más, que de vez en cuando, nos arrojemos en el mar del sin sentido y de la vaciedad, como hace Cioran, y critiquemos todo cuanto nos ocurre o no podemos explicar, pues a veces, cuando caemos en la rutina y el desencanto de la vida, y cuando las cuerdas de la fe se tambalean, necesitamos derribar nuestros esquemas forjados para poder, luego de haber navegado en una noche de mares tempestuosos, levantarnos de nuevo, y decir nuevamente que todo aquello en lo que creemos sí tiene sentido, aunque lo hayamos negado todo la noche anterior. Mientras hacía mi investigación sobre otros escritos de Ciorán, leí en un artículo sobre el autor, “que su intención no era hacer que la gente cambiara de opinión”, pues escribir para él es la única forma de descargar tanta energía de su sin razón, “él se conforma”, continúa, “con por lo menos hacer que la gente se cuestione sobre lo que antes creía”, aunque luego siga firme en los criterios de su existir. Creo que es un bonito propósito, aunque yo particularmente siento lástima de aquél que no tiene “dónde recostar la cabeza”, en qué confiar o en qué cimentar su diario vivir, pues creo que lo peor que le puede pasar a un ser humano en la vida es perder su norte y dudar de todos y de todo, porque de alguna forma se siente engañado y sospechoso de todos.

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