miércoles, 21 de noviembre de 2007

NECESIDAD DE UNA DISCIPLINA LLAMADA “ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA”

La pregunta sobre ¿qué es el ser humano? Y ¿cuál es su puesto en el mundo? Plantea Scheler, ha sido una interrogante que ha ocupado de un modo más “directo y esencial” un lugar prominente en sus planteamientos filosóficos. Me parece que todos nos hacemos eco de una u otra forma a esta idea, en el sentido de que no podemos evitar plantearnos en algún momento de nuestra vida, las preguntas sobre el ser, ¿qué somos? O más bien, ¿qué soy? Y ¿por qué estoy aquí? ¿Hacia dónde vamos?
“Los problemas que el hombre se plantea acerca de sí mismo han alcanzado en la actualidad el máximo punto que registra la historia por nosotros conocida”. Scheler escribía tales palabras para 1928, sin embargo, hoy mismo tal contenido esta cargado de actualidad y veracidad. Pues en pleno siglo XXI, siglo de la técnica y la información, siglo del hombre light y de la pérdida de principios universales y éticos, son muchos los pensadores y críticos que hurgan tratando de interpretar el por qué más profundo del hombre desconectado de sí mismo en un mundo, paradójicamente, cada vez más conectado entre sí.
¿En qué radica la importancia de que el ser humano pueda detenerse en sí mismo y replantearse sobre lo que él es y el sentido de su existencia? “Un mundo dominado exclusivamente por la ciencia o la tecnología podría ser incluso inhabitable no sólo desde una perspectiva biológica, sino desde el punto de vista espiritual y cultural”, planteaba Gevaert en uno de los textos estudiados en el curso. La pérdida de la identidad, y a la vez, la búsqueda de esa identidad perdida, el desengaño que siente el ser humano de sí mismo, la respuesta a las preguntas sobre el “ser”, el “por qué” y el “para qué” de la existencia, se convierten en nuestro tiempo, en una de las tareas más urgentes de la Antropología Filosófica.
¿Por qué la necesidad de una disciplina llamada Antropología Filosófica? Porque esta reconoce y estudia críticamente, la problemática concreta y existencial de ese “ser”, que arrojado en el mundo, siente la angustia, el vacío, la necesidad de encontrar respuestas a preguntas más fundamentales que las que la ciencia misma puede formular.
A pesar de que seguimos preguntando, y si los seguimos haciendo es porque las respuestas aun no nos satisfacen, debemos sentirnos orgullosos, porque, plantea Scheler en el momento que confesamos no tener un conocimiento exacto de lo que somos, sin que nos dejemos espantar de las respuestas que nos vayan llegando, es en ese momento en el cual se ha alojado en nosotros, como críticos del pensamiento y de las afirmaciones, que no aceptamos como ciertas, sino como posibles, un nuevo “denuedo de veracidad”, una nueva búsqueda, que aunque no nos satisfaga completamente, nos conducirá al menos, hacia un mundo más humano y fraterno, alejado cada vez más de sistemas esclavistas, feudales, ilustrados o capitalistas, y nos reunirá para contestar, en sociedad, a las preguntas fundamentales encontradas en la Antropología Filosófica.

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